Desde hace cinco años o más la edición de discos de tango se convirtió en un reflejo de la salud del género. No se trata de un fenómeno sino de algo mucho más interesante: un sostenido pulso de búsquedas de diferentes estéticas. De orquestas jóvenes que reproducen el pasado al tango jazzeado; de cantores con guitarras a repertorios nuevos, etcétera.

Mientras algunas voces refunfuñan, desde el resentimiento y el conservadurismo (dos constantes en la historia del género), que el tango actual "no existe" y que es una extensión del boom turístico, esta gente —jóvenes en su mayoría— van a más.

Entre los muchos discos que acaban de salir destacan dos: Suburbios del alma del bandoneonista y compositor Marcelo Mercadante, y L'Inmune de Aureliano Marín.

Mercadante es un músico radicado en Barcelona que se juntó con el periodista Pablo Marchetti (director, precisamente, de Barcelona, revista de humor político) para escribir doce canciones que intentan, a nivel letrístico, esquivar los lugares comunes del tango, esos rincones galvanizados difíciles de sortear, en los cuales el farolito sigue siendo el farolito o, lo que es peor, es reemplazado por términos como "autopista" o "internet". Marchetti indaga en historias de amor con amargo humor y un trazo urbano firme y bien resuelto.

Las músicas de Mercadante se lucen con los aportes de Hernán Posetti (piano) y Pablo Agri (violín) y los toques ocasionales de los fueyes de Leopoldo Federico y Pablo Mainetti; las letras, con las voces de los españoles Miguel Poveda y Martirio, Lidia Borda, Omar Mollo y un histórico rescate: el de Alejandro del Prado cantando el candombe Razonable con las teclas de Hugo Fattoruso y su trío de tambores uruguayos. El arte de tapa son dibujos del padre de Del Prado, el insuperable Calé.

Lo de Aureliano Marín es bien diferente. Ex cuartetero, el cordobés empezó a venir a Buenos Aires hace tres años con su particular visión del tango. Cantor de un fraseo exquisito, contrabajista, compositor y arreglador, Marín amplió su horizonte de intérprete para avanzar con canciones propias. Jazzea con la base de su contrabajo y pasa de standards como María, Cristal y Mano a mano a tangos firmados por él como Postales de la Capital (futuro clásico) y Llueve en Constitución, que subrayan una prosapia elegante y marginal.

En el tango modelo 00 está ocurriendo una sedimentación de propuestas, un filtro. De la cantidad va quedando la calidad. Si a esto se le suma el vigor anárquico de la movida electrónica y los acercamientos que llegan del rock, se puede decir que el tango (y sus amplios alrededores) es la música más vital del caído panorama discográfico actual.