Las esposas se quejan de que sus maridos salen a buscar chicas jóvenes

Río de Janeiro. La alcaldía de la ciudad brasileña de Novo Santo Antonio, pionero al implantar un programa de distribución gratuita para ancianos de medicamentos contra la impotencia, anunció que va a perfeccionar su proyecto para superar las polémicas generadas por su iniciativa.

La municipalidad, que puso en marcha el proyecto hace seis meses, decidió suspender el programa para contratar a un grupo de médicos que inspeccione el uso correcto de la medicación y la salud de los beneficiarios.

Pero también decidió que, cuando reinicie el programa, probablemente a comienzos del próximo año, el remedio será entregado a la esposa del beneficiario y no directamente al anciano, con el fin de evitar los casos de infidelidad que venían siendo denunciados.

Novo Santo Antonio, un pequeño municipio de 1.168 habitantes en el estado brasileño de Mato Grosso (centro-oeste de Brasil y fronterizo con Bolivia) se declara pionero en este programa de salud para favorecer a ancianos con impotencia o disfunción eréctil.

La municipalidad comenzó la distribución gratuita de Cialis, un compuesto similar al Viagra, en marzo pasado y venía atendiendo a 15 ancianos de escasos recursos que declararon haber suspendido su vida sexual por problemas de impotencia.

Pero el programa, bautizado como "Pinto Alegre" (que en portugués se refiere a un pollito y coloquialmente al pene), provocó varias protestas, algunas de sectores religiosos, otras de médicos preocupados con la salud de los pacientes y otras de las esposas de los beneficiarios.

"Los viejos no estaban usando el remedio en casa y estaban siendo infieles con muchachas más jóvenes", admitió el alcalde de Novo Santo Antonio, Joao Luz. Explicó que el proyecto será reiniciado a comienzos del próximo año, ya con acompañamiento médico, y será ampliado a unos 60 beneficiarios.

Agregó que, para evitar los problemas de infidelidad, el remedio será entregado a la esposa del paciente, que tendrá que comprometerse a realizar exámenes médicos previos y a acudir al médico.

"Busco otras por fuera debido a que mi mujer ya no quiere saber de hombre", aseguró el agricultor José de Brito, de 90 años y uno de los beneficiarios, al protestar contra las modificaciones. "Me parece que es mejor así", dijo la comerciante Elza Aguiar, de 70 años y esposa de uno de los beneficiarios, al aplaudir la iniciativa pese a decir que confía en su marido.