Para el cine argentino, septiembre y octubre son meses clave. En unas pocas semanas se conocerán unas veinte películas que intentarán recuperar el volumen de estrenos que, en los primeros ocho meses de cada año luchan casi siempre a los codazos para encontrar una salida, por pequeña que sea. Uno de esos estrenos, en este caso, primaverales, es El regreso de Peter Cascada , la comedia dramática de Néstor Montalbano, director de cámaras del ciclo televisivo Todo x 2 pesos , y de dos largometrajes (el thriller Cómplices y la disparatada parodia musical "de acción" Soy tu aventura) , protagonizada por Horacio Fontova, que Americine estrenará el jueves, en cinco salas de uno de los nuevos circuitos alternativos programados por el Incaa.

La historia, originalmente escrita por Sergio Bizzio (el mismo de Animalada, Chicos ricos y Adiós querida Luna ), gira en torno a lo difícil que, muchas veces, resulta volver a casa.

Peter Cascada maneja un automóvil por el camino que lo lleva a Vallejo, el pueblo que dejó hace más de veinte años por un sueño. Mientras lo hace, cuenta en voz alta una anécdota de sus primeros tiempos en Miami: la historia entre patética y delirante del joven y talentoso pianista negro que lo acompañaba, que un día le confesó estar enamorado de él, enfermo de leucemia, tener los días contados y un último deseo. El desenlace de esa secuencia es tan sólo una muestra de lo que ocurrirá después. Una vez en casa, Peter se prepara para actuar en una fiesta a todo trapo, organizada por el municipio. Sin embargo, ninguno de sus parientes tiene noticia de su regreso. Ni su tía, ni la peluquera que fue el gran amor de su vida -ahora casada con su hermano, dueño de una ferretería y ventrílocuo-, ni su hijo, del que no tenía noticia, porque no sabía que existía y menos aún que fuese gay.

Serán unos pocos días de revelaciones y revoluciones, una prueba de fuego que nunca había imaginado sufrir por el simple hecho de volver.

Volver

Para dar credibilidad a los personajes, Montalbano reunió a figuras tan disímiles como Fontova, Mausi Martínez, Rubén Stella, Mabel Manzotti y el ascendente Nahuel Pérez Biscayart y Damián Dreizik.

Montalbano no se anda con vueltas. Tampoco Fontova, muy entusiasmado con su primer papel protagónico. Los dos saben que el desafío es grande, porque no es para nada simple jugar a la comedia dramática al borde del abismo. Pero, como dicen a coro -mal y rápido-, "se la bancan". En diálogo con LA NACION, explican por qué con esta propuesta se juegan enteros.

-En tus dos últimas películas contás historias de cantantes que vuelven a su pueblo

Montalbano: -Me gustan las películas con cantantes, no sé por qué, pero quisiera seguir en esta línea. Me dicen que son películas populares. Supongo que tienen razón. Uno hace lo que siente. Me preocupa hacer un cine que se entienda, y parecería que cuando uno hace algo así entra en la categoría "popular".

-¿El hecho de que no se ajuste a un género implica riesgos?

Montalbano: -Es una comedia dramática, porque el conflicto en sí mismo es muy dramático. El libro original, que igualmente era muy bueno, era mucho más oscuro y tremendo. Fui en busca de Horacio porque no me bancaba tanto drama. En algún sentido creo que termina siendo más profundo de esta forma que llevando las cosas al límite.

Fontova: -Hay más balanceo y hay una cosa que se tiene que saber: que no es una película de grotesco, o de cine bizarro, sino que tiene un gustito, pero no es una película para descifrar, con códigos entendibles para cualquiera, la historia de un conflicto de familia.

De la comedia al drama

-Este ir de un género a otro dentro de una misma línea argumental ¿es un desafío?

Montalbano: -Peter es un personaje que entra con todo, por eso la escena del comienzo, la soberbia, pero en la medida en que le pasan cosas se va autodestruyendo. Al final vuelve a recuperar, desde un lugar más cotidiano y natural, la esencia de un ser humano más o menos normal, que no lo fue nunca en toda esa primera parte. No digo que ésta sea una película de autor, porque el libro no es mío, pero reconozco que hay algo visceral que está en su estilo. Tiene que ver con lo ecléctico. Yo mismo puedo disfrutar tanto una película con John Wayne como una de Ingmar Bergman. Vivimos en un permanente zigzagueo, y seguramente por eso mi película pisa varios géneros. Eso la hace interesante, y más allá de lo que pueda opinar la crítica después del estreno, es la única de mis películas de la que puedo decir "yo soy eso".

Fontova: -Es comedia, pero tiene momentos dramáticos durísimos.

-¿Y Soy tu aventura ?

Montalbano: -Fue un desparpajo con mucha impunidad. Ahora pienso que no tuve el coraje de trabajarla un poco más, de acortarla. Cuando acepté hacer Peter Cascada , el planteo fue diferente. Necesitaba reivindicarme. Rescato mucho la complicidad del negro Fontova en todo esto.

-¿Por qué Fontova?

Montalbano: -Era un personaje para él. No nos conocíamos, pero cuando lo vi no dudé ni un momento. Tenía que ser Peter Cascada.

Fontova: -Fue su intuición, supongo porque hubo una coincidencia con el identikit del personaje. Además yo ya había trabajado con Diego Capusotto y Fabio Alberti en TV.

-¿Cómo lo imaginabas?

Fontova : -Me puse a las órdenes de Montalbano. Leí el guión, cuando todavía era negrísimo, y me encantó, pero la reformulación me gustó más. Es un personaje que no se parece en nada a mí, y gracias a Néstor, que es un tipo muy enérgico, pude componerlo. Hay directores que usan la personalidad del actor y dejan que uno haga lo que quiera, y después queda que es "fulano haciendo de...". Con Néstor eso no pasa. Incluso cortaba el rodaje de una escena cuando le parecía que Peter se estaba pareciendo demasiado a mí.

-¿Cómo creen que puede reaccionar el público?

Montalbano: -El público es el que tiene la única verdad. Pero lo que sí creo es que es una historia verosímil, y eso me parece clave en una historia cinematográfica. Soy consciente de que el mundo de la película va, por ejemplo, del realismo a lo musical, pero sin embargo nunca deja de ser verosímil, un tema en el que mucho tienen que ver los actores. Es un riesgo que estamos dispuestos a asumir.

-¿Es, a fin de cuentas, un cine popular?

Montalbano: -Los personajes dicen y piensan hasta donde uno los construye. Nunca van a filosofar de determinadas cosas que no les corresponden. Anabella tiene una peluquería en un pueblo, y Lucho, su esposo, una ferretería. Peter viene con ínfulas de otro país y es medio chantún . El hecho de poner los conflictos y los diálogos en los lugares apropiados, en un marco de verosimilitud, la hace una película popular. Tengo en claro que lo hago de una manera muy original. Es popular, pero creo que lo narrativo y lo estético pueden llevarla un poco más allá. Al menos ésa es mi intención.

Por Claudio D. Minghetti
De la Redacción de LA NACION