En el fondo, muy en el fondo, el Croma Fest fue como hacer arroz con leche. Esta iniciativa de mezclar el rock más playero de todos con el reggae en cualquier momento se podía dar. Por lo que vimos en el Club Pacífico, definitivamente la propuesta no desentonó.
Primaba el espíritu urbano, ese que nos permite contemplar a quince, treinta o a cien pibes en pleno centro de Neuquén intentando rumbear la patineta cuan Bart en la apertura de Los Simpsons pero en la plaza ubicada frente a la gobernación.
Y dentro de ese espíritu es que se gestó esta sociedad bandas-público-moda-marcas que le permite a una firma como Vans y a un socio local como las tiendas Croma montarse a un prototipo de evento como este, multidisciplinario, joven y enmarcado en la cultura rock, sin tener que rendirle cuentas a nadie. Un buen negocio que termina siendo un gran espectáculo para el adolescente promedio.
El prototipo del que hablamos y sobre el que se ideó este festival fue el “Skate Rock & Reggae Day”, que se realizó en Buenos Aires hace apenas unos días y con la presencia de Massacre y Dread Mar I. La banda de Wallas parece ser la que sostiene la iniciativa, y la que se puso la mochila de anfitriona haciendo 1.300 kilómetros para hacer lo mismo, pero en Neuquén. Bienvenido sea.
Ya apostados en el gimnasio del club Pacífico un domingo de junio y con dos platos de ravioles encima, apuntamos nuestras panzas hacia el escenario, en donde tocaron
Chappers y
Adhikari. Sin dudas el hecho de que hayan tocado un par de bandas locales, en donde el rock es punk y el skateboard es un deporte que gana fanáticos todo el día, significaba que el formato de evento estaba llegando a un lugar sumamente indicado.
Debemos admitir, está bueno ver a un equipo profesional de skate y bmx (el
Team Vans) hacer sus trucos a menos de 10 metros. Algunos hubieran preferido a un grupo de amateurs dándose palos cada vez que intentaban llegar a una u otra punta de la rampa. Será que nos abruma ese espíritu tinellezco de querer reírnos del blooper.
After rampa tuvimos la chance de ver a un modelo no terminado de
Massacre. Arriba del escenario el personaje de Wallas, que ya de por sí es un “personaje”, se terminó de devorar al cantante de rock. Muchos de los presentes balbuceaban las letras de las canciones sobre algo ligeramente uniforme que era al gordo (se auto-denomina así, no estamos discriminando) pifiando a la letra y desfilando. La banda no deja de ser súper ajustada pero esta vez faltó la voz a la cita y lo suplantaron por esta especie de vedette bizarra/psicodélica de los ochentas que deambulaba el escenario de Pacifico.
Hubiéramos preferido a Silvia Peyrou, pero no, era Wallas otra vez con sus clichés del hola querida, del beso y de que la prensa británica dice que van a salvar al rock and roll.
Terminado el sketch, fue el turno de
Nonpalidece, otra banda que pagó el derecho de piso en Kimika y que tenía que hacerse notar sobre las tablas del gimnasio de Pacífico.
En este caso la situación era distinta, con la gente entregada al reggae no quedaba otra que apropiarse de la escena. Néstor y los suyos aggionaron el domingo con un resumen de su carrera al mejor estilo “Fútbol de Primera”, mucho oficio, pasión y sobre todo aguante de la gente para bancarlos una vez más.
Esta vez nadie hizo el ridículo y todos lograron eso que Nonpalidece pregona: la reunión pagana alrededor del roots simplemente para pasarla bien. El cierre del Croma Fest, sin dudas se ganó el premio “Chamigo” a lo mejor de la jornada.
Juntos en las Buenas