Inter campeón de la Copa Libertadores

Chivas se puso arriba y sorprendió a todo el Beira Río, pero el Inter de los argentinos D'Alessandro, Guiñazú y Abbondanzieri (suplente) dio vuelta la final y con el 3-2 se consagró campeón de la Libertadores por segunda vez.

Rojo. Bien rojo. Rojo de furia. Rojo de gritar campeón. Así quedó el Beira Río tras otra noche mágica. Nada menos que la noche de su segunda consagración en la Copa Libertadores. Junto aquella estrella que bordó en su pecho en el 2006, ahora, en la camiseta del Inter brilla otra estrella. Y brilla porque tres argentinos tuvieron mucho que ver en este recorrido por América: Andrés D'Alessandro, Pablo Guiñazú y Roberto Abbondanzieri son la cuota de celeste y blanco en este festejo rojo brasileño.



Para el Cabezón, que lo grita por toda la cancha, que llora de emoción recordando a su familia que está presente y también a los que no están, canta y que baila en portugués, es nada menos que la primera Copa Libertadores de su vida y un medalla que le pone un broche a sus dos años en Inter. Esa Copa que se le negó en River, y en San Lorenzo en el 2008 con Ramón, se le dio en Brasil y con un equipo que dirigió bajo la batuta de su zurda mágica. Para Guiñazú, un luchador, también es el primer sorbo de esa Copa de gloria. Y el Pato, que arrancó de titular y terminó en el banco, tiene un motivo más que especial para festar su 38° cumpleaños. Nada menos que la cuarta Libertadores de su vida. Un broche perfecto para una carrera repleta de éxitos.


Todo ese calor que Inter le había puesto a la final, con una marco impresionante en las tribunas y el fútbol de Tinga y D'Alessandro en la cancha, de golpe se volvió un hielo. El Beira Río pasó a ser el Beira frío, porque un sudor gélido recorrió el alma del Inter, cuando De la Mora empalmó de chilena una pelota que Bravo bajó de cabeza en el área. No podía ser más impensado ni más inesperada la escena final del primer tiempo... Pero quedaba mucho por delante...


Por eso, cuando todo el mundo ya pasaba de morderse las uñas a los dedos, cuando invadía el nerviosismo, Kleber acertó con un centro desde la izquierda y Rafael Sobis alcanzó a puntear con el dedo gordo. Así quebró al Chivas, y así quebró la ansiedad que lo estaba atando, y Leandro lo liquidó con una contra perfecta. Entonces, a partir de ahí entonces, la historia empezó a tener otro color. Un color rojo furioso. Sobre todo después de que Giuliano rematara el partido con un golazo. Porque llegar al Mundial de Clubes con la Libertadores bajo el brazo tiene otro sabor que llegar porque el rival no podía jugarla.


América está a los pies del Inter. América (va al Mundial de Clubes de Emiratos) está a los pies de los argentinos D'Alessandro, Guiñazú y Abbondanzieri. Otra vez.