Primus arrasó en Argentina

Primus tocó por primera vez en Buenos Aires, en el Estadio Malvinas Argentinas, el pasado viernes 3 junto a Secret Chiefs 3.



Primus era de esas bandas que pensábamos que nunca iba a pisar tierras sudamericanas. Pero como últimamente lo imposible se vuelve posible, la gente de Tribulaciones (que está cumpliendo diez años) decidió traer a semejante leyenda, cuenta pendiente para muchos melómanos.

La fiesta había empezado mal unos meses atrás, cuando se había anunciado junto con Primus nada menos que a Mike Patton junto al trío italiano Zu. Cuenta la leyenda que a Faith No More le pusieron toda la plata sobre la mesa para hacer el show de despedida en Chile, y bueno, chau show de Patton Zu Quartet en Argentina. Por suerte la producción estuvo atenta e inmediatamente se anunció a Secret Chiefs 3 en reemplazo. Algún tipo de guiño cómico, ya que el líder Trey Spruance fue guitarrista de Mr Bungle (banda de Mike Patton antes de entrar a Faith No More).

Claramente este no es el típico festival al que estamos acostumbrados. Ya desde temprano con Andrea Álvarez y Javier Malosetti amenizando la espera, Secret Chiefs 3 se despacha con su dosis de free jazz, noise y música hindú. El desconcierto de los vendedores de gaseosas da la pauta de cómo será la cosa: 50 minutos de delirios sonoros, pero siempre dinámico e interesante.
Primus fue siempre un bicho raro. Siempre inclasificables, siempre en su universo, en su historia. Pero son tan atrapantes que hasta MTV les abrió las puertas. Los 90 daban para todo. Ah, sí chicos: uubo un tiempo en que Mtv significaba Music Televisión y pasaba música interesante. ¿Increíble, no?

A las 22:00, el estadio, sorpresivamente -o no- está colmado. Y si bien la banda últimamente no le venía dando el gusto a la gente con aquellos hits noventosos, bueno, esta noche, tal vez por ser el debut en estas tierras, será todo lo contrario. “Tommy the cat” para empezar, y agarrate: un sonido impecable que hace rato no se oía. ¿O es que nos hemos acostumbrado a lo malo?

Esta formación incluye al eterno Les Claypool. Si estás leyendo esto y no sabes quién es, lo siento por ti, yo no voy a explicarlo. O si, bueno, pero porque lo queremos. Porque es, sin dudas, uno de los bajistas más talentosos de la historia. En él conviven el virtuosismo de Jaco Pastorius o Victor Wooten con la crudeza de Lemmy Kilmister. Un bajo distorsionado a un nivel bestial, con Les pegándole a las cuerdas de una manera que uno se pregunta cómo no se desgarra los dedos, pero al mismo tiempo con la mayor sutileza posible. Un tipo que puede meter la combinación de acordes más compleja mientras canta la letra más delirante del mundo.

Y detrás tiene una maquinaria incendiaria: el guitarrista Larry Lalonde, de escuela tanto alternativa como hendrixiana; y el baterista original de la banda, Jay Lane. Estos dos también son virtuosos, pero más precisos, no tan pirotécnicos. Se podría decir que en esta banda nadie toca el instrumento como se debería tocar, si se entiende hacia dónde apunto.
El público está compuesto de gente con experiencia: todos saben los que están viendo. Cuando hay que saltar y tribunear, se hace; cuando hay que guardar silencio y escuchar, también. Eso no impide algunos pogos furiosos al ritmo de “John the fisherman” o “My name is Mud”.

Un dato de color: la gente coreando el nombre de la banda durante la intro de “Those damned blue collar tweekers”. Como el Aguante Megadeth en “Symphony of Destruction”. Bueno, algo así, pero no.

A Claypool se lo ve contento; habla mucho y muy rápido y solo se le entiende la mitad de lo que dice. Pero escuchamos su corazón y sabemos que está conmovido y va a volver. O eso esperamos.

Había mucha gente emocionada en el estadio. El sueño de muchos se cumplió después de tantos años. Queda esperar el resto de las cuentas pendientes. Pero, mientras, con otra visita de Primus nos conformamos.